miércoles, febrero 14, 2007

DECÁLOGO DE CÉSAR GONZÁLEZ-RUANO

César González-Ruano no dejó escrito un decálogo, propiamente dicho, pero no resulta difícil hacerse una idea de cómo debía ser, habida cuenta de que sus opiniones periodísticas y literarias se repiten con frecuencia en los miles de los artículos que escribió.
Creo, por tanto, no equivocarme mucho con las que he elegido.
Son éstas:

1) El mejor artículo es el que se cobra.
2) No se puede ser escritor sin llegar a poder escribir sin tema alguno.
3) El artículo ideal debe de tener una sola idea y, desde luego, subideas consecuentes, y,  en todo caso, lo que no puede tener son ideas de distintas familias.
4) Lo verdaderamente difícil de esta profesión no es conquistar sino conservar; no es vencer sino convencer; sostener una media equilibrada y lograr esa inspiración que es hija del trabajo diario.
5) Lo interesante en un escritor no es que nos cuente eso de lo que pasa sino lo que pasa, lo que le ocurre a él. Todo lo que directa o indirectamente no es autobiografía acaba por no ser nada.
6) El artículo o crónica es un esfuerzo grande, no por la materialidad del trabajo, sino por la busca de los temas, que ha de ser continua. El agotamiento que produce la crónica es de plural índole, pero tal vez la más fastidiosa sea ésta: el escritor se acostumbra a unas proporciones determinadas y acaba por no ver ningún tema con dimensión suficiente para que pueda ser objeto de un libro.
7) (Hay que) entender la expresión literaria como una consecuencia de la máxima sencillez, el miedo a lo retórico y lo vano, a todo idioma que no sea el idioma conversacional, el desdén, en fin, por lo elocuente en literatura.
8) Desconfiad de esas gentes que buscan siempre la novedad y que le tienen miedo, por ejemplo, a escribir sobre el otoño. Mal asunto quien necesita un buen asunto.
9) Yo, aunque ya nadie me lo exige, sé prescindir dificilmente de dos razones para montar un artículo: su tiempo, o sea la necesidad de una cierta actualidad, y su mínimo pretexto realista. Sobre estas dos ruedas, que pueden ser diminutas, incluso casi invisibles, puedo echar a rodar la divagación y las asociaciones de ideas que son generalmente el nervio del artículo; nervio imprevisto que surge cuando uno menos lo espera y que conduce la pluma de un lado a otro, haciéndome escribir la mayor parte de las veces sobre cosas que remotamente había calculado al empezar. (...) Me es muy difícil hablar del frío si en el momento que escribo no siento frío.
10) Ganarás el pan con el sudor de tu pluma.

Recopilación: Felipeángel (c)

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