viernes, marzo 27, 2009

LA BATALLA POÉTICO-GASTRONÓMICA (VI)

Atraído por el olor de las patatas y las judias, José Bernat Baldoví metió a una tercera en discordia, la col, olvidándose por completo de los garbanzos, que ya andaban riñendo en la cocina. En aquellos años del siglo XIX, comer no sé si comían, pero lo que es escribir, escribían por un tubo. Advierto, por tanto, que el poema es largo pero tiene su enjundía, su olor, su jugo y su juego. Comienza con un famoso verso de Cicerón, como no podía ser menos y..... pero pasen y lean, pasen y lean:

LA COL

TERCERA EN DISCORDIA

ODA

!Oh tiempos! !Oh costumbres!
¿Será verdad que hay pechos españoles
que en pro de otras legumbres
el pabellón insulten de las coles?
!Y hay musa que lo apoya!
!Vive Dios! Que se acuerde aunque arda Troya.
Judías y patatas!!!
He aquí los héroes que en diversas odas
cantan plumas ingratas
cual néctar dulce de selectas bodas;
patatas y judías!!!
He aquí el maná de nuestros tristes días.
Ya que no cantais glorias
de César, de Pompeyo, o.....Meternich,
cantárais pepitorias,
o el jamón dulce y salchichón de Vich;
mas para tal salmodia
mejor fuera cantar...la palinodia.
¿Y han de quedar impunes
tan viles mañas y rastreras artes,
sin que a tan necio lunes
suceda luego un vengativo martes?
Fuera esperarlo en vano,
coles habiendo en territorio hispano.
Ni espereis que mi lengua
refute uno por uno vuestros dichos,
porque fuera gran mengua
ocuparse una col de tales bichos.
Gócense en sus bravatas
las judías e imbéciles patatas.
Ni alabaré en mi canto
la nívea flor que esmalta mi linaje,
ni de mi verde manto
el pomposo y magnífico follaje;
otras sean las razones
en que mi alcurnia funda sus blasones.
Por derecho de abolengo
de escolapios criada en los colegios
con esplendor sostengo
altas columnas de palacios regios,
donde en varias figuras
graban mi nombre ricas colgaduras.
Sin mi ninguno el colmo
de la felicidad viera en su casa;
ni existiera Estocolmo
ni el melodioso nombre de Colasa,
ni una semana habría
que ostentara del miércoles el día.
¿Qué persona ilustrada
oculta sus coloquios a mi astucia?
¿ni cuál es la colada
en que no limpie yo la ropa sucia?
¿Quién diera al campo abonos,
si la col no auxiliase a los colonos?
¿Qué clérigo ni abate
sin causarle jamás el menor tedio
tomará el chocolate
sin que me tome a mí de medio a medio?
Y en los días de ayuno
quién colación hará sin mi?... ninguno.
Valen cuatro reales
las pesetas buscadas con ahínco
por todos los mortales,
pero en teniendo col, ya valen cinco;
de ello es prueba plenaria
lo que llamais peseta columnaria*.
Los célebres pintores
¿qué hicieran de sus mágicos pinceles
si en sus varios colores
no les mostrara yo el genio de Apeles?
¿Qué escolar fuera un sabio
a no tener la col siempre en su labio?
Si con fin religioso
oís en las reservas por la tarde
a un capiscol** famoso,
que haciendo de su bajo un alto alarde
brama más que el buey Apis....
su voz está en la col.... no está en el capis.
Si el tiple de un acólito
resalta siempre en duos y tercetos,
y en su canto hoy insólito
acordes van los padres recoletos,
es porque yo me encuentro
de aquellos y estos en el mismo centro.
Hasta los que usan coches,
y el vulgo necio llama gente noble,
del invierno en las noches
mi apoyo buscan, y lo buscan doble:
mirad sus apellidos
entre una colcha y un colchón metidos.
!Ay cuántos ciudadanos
víctimas fueran de punibles dolos
de infieles escribanos,
a no encontrarme yo en sus protocolos!!!
!Y qué cuentas tan rectas
dieran sin mi los que andan en colectas!
De Rodas el Coloso,
tan célebre en los fastos de la historia,
no fuera más que un oso
a no tener la col por accesoria,
ni sin mediar lo mismo
se alzara una colina sobre un istmo.
La francesa bandera,
que la atención del mismo Marte absorve,
si tricolor no fuera,
se ondearía en la mitad del orbe,
ni Colón sin mi auxilio
del otro medio viera el domicilio.
Si de valor se trata,
¿cuándo podrá la mísera judía,
ni la venal patata
competir con la col en bizarría?
Mirad si soy valiente...
que en su escolta me lleva hasta el Regente.
Nunca a nadie me humillo,
la cólera es sin mí vano resorte,
lo mismo que el colmillo
de las fieras indómitas del Norte;
no hallareis una sola
de quien no pise la temible cola.
Hasta a mis adversarios
a todos es tan cara mi persona,
que a nombre de otros varios
el caracol lo dice, y lo pregona;
y batiendo las alas
me ostenta el Francolín entre sus galas.
El alumno de Orfeo
laureles busca, y tras la col se lanza
a cualquier coliseo,
do fama inmortal con ella alcanza;
mas no se inmortaliza
quien, cual vosotros, busca otra hortaliza.
Al templo del buen gusto
no se llega jamás por tales vías,
que en estómago augusto
sientan muy mal patatas y judías.
Mejor es sin disputa
la col que la colmena le tributa.
No quiero ser prolija;
concluyo con mis timbres, y los fundo
en que Micol es hija
del más antiguo Rey que admiró el mundo,
y por derecho y costumbre
reina ha de ser de toda otra legumbre.
En fín toma mi trompa,
oh Musa que la cuidas y la albergas,
antes de que la rompa
en las narices de Izco y de Villergas,
pues tiene tres bemoles
que ajen así la gloria de las coles.

(LA RISA.- 14-Mayo-1843)

NOTAS.-

PESETA COLUMNARIA: "La labrada en América, que tiene el escudo de las armas reales entre columnas y valía cinco reales de vellón".
CAPISCOL.- m. Chantre. Sochantre que rige el coro, gobernando el canto llano.




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