jueves, junio 10, 2010

CARLOS ALBERTO DE CEPEDA Y GUZMÁN


"UN CABALLERO LLAMADO DON JUAN MAZA FUE A DORMIR CON UNA DAMA; Y NO PUDIENDO EJECUTAR NADA POR SU IMPOTENCIA, LA SEÑORA LE ESCRIBIÓ ESTAS DÉCIMAS."


A vista de mi beldad,
que resucitar pudiera
cuanta carne muerta espera
el valle de Josafat,
se quedó en su mortandad
cierto gusano impotente,
y acabó infecundamente;
pues cuando el triste murió
del capullo no salió
siquiera para simiente.

Maza está de mala traza
cuando a gustos me convida;
y yo, de puro corrida,
soy la mona desta maza.
Cuando conmigo se abraza,
el desengaño le alabo;
pues de conocer acabo,
aunque a costa de mi pena,
que aquesta maza no es buena
ni aún para hincar un clavo.

Temiendo que su afición
esté desacreditada,
y que de puro inclinada
no parece inclinación,
con grande resolución
camina a darme el asalto;
y de puro aliento falto,
cerca ya de la conquista,
con novedad nunca vista
se pasó sin hacer alto.

Y con notable despecho,
luego que lo descubrí,
se vino derecho a mí,
mas no se vino derecho:
porque entre el suyo y mi pecho
tan grande distancia había,
que hizo la desgracia mía
se malograse lo andado,
y que a mí no haya llegado
por no llegar recta vía.

De su carnal apetito
quedó victorioso, y tanto,
que ya que no como un santo,
se quedó como un bendito.
Si con su carne compito,
para no ser igualada
crece de puro menguada;
y si a ganar me porfía,
aun es más carne la mía
con ser la suya doblada.

De su generoso pecho
no hay quien su virtud no alabe;
que es tan noble que aún no sabe
cuál es su dedo derecho.
Que me he alargado sospecho;
tengo razón, no me espanto,
porque nadie dirá tanto
que alabe su flojedad.
Sabe Dios que ésto es verdad,
y que no se lo levanto.






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