Las hordas del balón velan sus armas
dispuestas a vencer en el torneo.
A veces se disparan las alarmas
si, al final, no se gana el trofeo.
Los pueblos enarbolan sus banderas;
los hinchas desempolvan sus canciones;
Adidas rediseña las esferas
y algunos se quedan los millones.
La Roja juega mal pero ilusiona
en los partidos que dicen amistosos;
veremos si se ciñen la corona
como reyes del fútbol orgullosos.
Por de pronto se sienten favoritos
aunque siempre conviene la cautela;
me adelanto y ya lo dejo escrito:
encendamos, por si acaso, alguna vela.
El negocio está en vender televisiones
y viajes con safaris incluídos;
Si se gana, se disparan las pasiones
y, aun con crisis, nos sentimos más unidos.
El Gobierno ya prepara las medallas
que atenúen una huelga general;
con el fútbol se acallarán las batallas
que provoque la reforma laboral.
Mientras tanto ya se piensa en el verano,
en la playa y en el intenso calor;
los bronceadores estarán a mano
y, entre las sombras, surgirá el amor.
Fútbol y amor, amor y toros,
pan con el circo, un mismo cuento:
platas de pega, muy falsos oros
para aumentar el atontamiento.
Felipeángel (c)
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