lunes, septiembre 03, 2012

EL CRISTIANO ESTÁ TRISTE





El Cristiano está triste...¿Que tendrá el cristianito?
Que no aguanta las broncas, que le irritan los gritos,
que ha perdido el trofeo que proclama al mejor;
el Cristiano no tiene con la prensa decoro,
y en  Marcelo no encuentra el aplauso sonoro
sino el fino sarcasmo que le causa dolor.

En el campo de juego ya no son habituales
los sonados festejos por sus goles vitales,
y vestido de blanco, solo hace el bufón;
el Cristiano no ríe, el Cristiano no siente;
el Cristiano persigue una suma imponente,
que proceda de Rusia o, tal vez, del Japón.

¿Piensa acaso en la liga de Qatar o de China,
o en correr por los campos de la pampa argentina
para ver en sus ojos el fulgor de la luz?
¿O en el rey del balón con jugadas brillantes.
o en el soberano de goles vibrantes
que todos conocen, de Oporto hasta Ormuz?

¡Ay! El pobre Cristiano de la duda angustiosa;
quiere ser gol-ondrina, pero no mariposa;
tener alas ligeras, bajo el cielo gozar,
ir  a Sol en Ferrari a causar un desmayo,
saludar a sus fans con sus aires de gallo,
o perderse en un barco en las aguas del mar.

Ya no quiere la foto, ni la placa  de plata,
ni el balón encantado, ni la risa insensata,
ni la  carta marcada del  astuto tahúr;
y están tristes sus ojos, y ha perdido hasta el norte
porque nadie valora su genio y su aporte,
y hasta le cuestiona el fondo Ultra-Sur.

¡Pobrecito Cristiano con amigos gandules!
Está preso en su sueño de billetes azules,
en la jaula de juego del estadio real,
el estadio soberbio de la gesta gallarda
que custodian mil peñas y una guardia petarda
con  modales de arriero y una porra bestial.

¡Oh quién fuera la estrella de la tele más cálida,
o el pálido novio de la novia más pálida!
¡Oh visión adorada de pelotas sin fin!
¡Quién valora en la tierra a este pollo tan triste
sin tomar a chacota, a risión o hasta a chiste
sus continuos lamentos, su irritante mohín!

¡Calla, calla, Cristiano! -dice el hada madrina,
el tenaz presidente, que no quiere su ruina, 
con un ojo en la prensa y un ligero temor,
el feliz caballero que creía en su suerte,
que eligió al más caro y, quizás, al más fuerte
para darle a su club un prestigio mayor.

Felipeángel (c)




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