sábado, enero 05, 2013

HABEMUS ESTADÍSTICAS



Comienza el año y aparecen, como las cigüeñas en abril, las estadísticas; muchas de ellas se pierden en los parajes sombríos de los ministerios pero algunas terminan anidando en los altos campanarios de los periódicos; es allí donde uno ve sus huevos, recién empollados, y comprueba, a veces con estupor, si son redondos, ligeramente cónicos, o cuadrados; si su  color es blanco, negro, o con pintas, y si el cascarón rompe de pronto y sale un pajarito o un pajarraco. Por la forma en que están hechas algunas estadísticas uno cree que hay detrás uno o varios pajarracos con los huevos cuadrados; sino es imposible que se atrevan a presentar en público las conclusiones de su trabajo.
Hace unos pocos días el diario El Mundo publicó que las muertes en España "aumentaron un 10% en los seis primeros meses de 2012", según datos ofrecidos por Antonio J. Argüeso, subdirector de Estadísticas Sociodemográficas del INE. En la noticia nos informa de que "las tasas de mortalidad más elevadas se encuentran en Asturias (12,5 fallecidos por cada mil habitantes), Galicia (11´5)  y Castilla y León (11, 5)". Quiere decirse , a mi entender, que en Asturias han fallecido doce personas y media, y en Galicia y Castilla y León once personas y media también por cada mil habitantes. ¿Cómo es posible esto?  Aunque vulgarmente se llame a los muertos "fiambres", ¿acaso son una pieza de mortadela que se pueda trocear? Podemos entender que once asturianos, o gallegos, o castellano-leoneses de cada mil habitantes de su comunidad, se mueran enteramente pero ese 50 restante, ¿qué significa? ¿que sólo se muere medio asturiano, o medio gallego, o medio castellano-leonés, o que medio asturiano se muere en un sitio y el otro medio en otro? A lo mejor, para que el resultado de la estadística nos dé un número redondo, el medio asturiano que está medio muerto o muerto del todo -que nos lo aclare don Antonio- se une con el medio gallego o el medio castellano-leonés y todos tan contentos, los  que elaboran los resultados, los periódicos que lo publican y el público en general.
Mas adelante se refieren a los nacimientos en parecidos términos, y dicen que el "número medio de hijos por mujer se redujo en 2011 hasta el 1,36 frente al 1, 38 de 2010". O sea, que cada mujer que parió dio a luz un bebé y 36 partes del otro; dos partes menos, desgraciadamente, que el año anterior. ¿Cuáles fueron esas partes? El estadístico no nos lo aclara. Su trabajo son los números, las tasas, los porcentajes,  ratios, divisiones y cocientes.  En el hecho improbable de que una española pariera 36 partes de un bebé y otra, al mismo tiempo, el 64 restante, y que, cada uno por su lado, mantuviera el resto de sus días las constantes vitales, ¿no sería bueno que se juntaran alguna que otra vez para que -se dirían- "tú veas lo que come mi parte y yo vea lo que caga la tuya"?
Uno cree que los muertos y los niños no deben trocearse, salvo en la mesa de disección; que no son medidas de capacidad, ni de peso, ni de longitud, ni de tiempo; un muerto y un niño que nace son demasiado importantes para dejarlos en manos de los estadísticos. No podemos decir, bajo ningún concepto, que fallecieron 12, 50 asturianos en 2012, o que una preñada española dio a luz un niño y 36 partes de otro, durante 2011, por la misma razón que no podemos decir que 3´50 estadísticos se tocan las pelotas en sus puestos de trabajo porque, de tocárselas, o serían tan solo tres o serían cuatro. Puede que uno de ellos le toque las pelotas al otro, pero no creo que esta variable sea admitida porque ya sabemos todos que son conceptos diferentes.
Otra noticia es la que publicó el diario El País ayer mismo, titulada "La cifra de trabajadores que cotizan por cada pensionista cae a menos de dos". Es decir, que cotiza un trabajador y una parte de otro por cada pensionista. A esta información añade tres estadísticas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. La que se refiere al número de trabajadores con empleo por cada pensionista se extiende desde 1988 al 2012. La cifra de este último año es 1´996. Estamos en lo mismo que antes. ese 4 % que falta del segundo trabajador a qué parte de él corresponde. A lo mejor son los testículos, que ya no le sirven para nada, pero ¿y si se trata del cerebro? ¿Cómo se puede trabajar en este país sin cerebro, salvo que se trate de esas cabezas vacías y privilegiadas que viven sin trabajar? o, más retorcido incluso: puede que el sesudo estadístico se esté refiriendo a un trabajador minusválido pero que, por supuesto, cotiza para mantener las pensiones de los jubilados.
Que periódicos tan serios como El Mundo y El País publiquen estas estadísticas y otras parecidas en las que se aplican porcentajes cuando se refieren a personas no es de recibo. Una persona, se trate de un muerto, un niño, un trabajador o un periodista, vuelvo a repetirlo, no se puede dividir, salvo que esté en manos del médico forense, o  del descuartizador de Boston, Podemos dividir lo que come, lo que bebe, lo que mide; incluso lo que defeca; podemos hacer un estadística en la que se refleje verazmente  la cantidad de pastillas que se toma un parado al día, o el número de cigarrillos que se fuman sus señorías en los rincones secretos del Congreso, o el número de bocadillos de calamares que se sirven durante un año en el bar "El Brillante", de la Glorieta de Atocha, pero no podemos partir en trocitos ni al parado, ni al diputado ni al camarero; tampoco muchos de sus actos. Si estudiamos los polvos que echa al año un español no podemos decir que echa, por ejemplo, un polvo y medio; o echa el segundo polvo o no lo echa; el gatillazo, ni lo planteamos; tampoco podemos decir que un broker de la Bolsa va al servicio 3´ 4 veces cada jornada de trabajo; o va tres, aunque no mee, o va cuatro; quedarse a medio camino, para comprar unas acciones a escondidas, o escaquearse como un sorche en la mili no debe ser lo que expliquen los decimales, salvo que se quiera falsear las estadísticas dándonos broker por liebre.
Estas estadísticas probablemente se acercan a la verdad pero son impresentables; los Libros de Estilo de estos dos grandes medios de comunicación deberían decir algo al respecto; sobre todo porque, si son capaces de publicar estadísticas que atentan contra el sentido común, si sus resultados no son creíbles, duda uno mucho de que otras noticias que dan lo sean.

Felipeángel (c)

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